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“Es joven, sin duda. Joven por la juventud del autor. Pero también es viejo, viejo como el mundo. Es la primavera de las hojas sobre las antiguas ramas, en el bosque secular.”
Anatole France
El estado espiritual puro en el arte.
El arte no se crea ni se destruye; se descubre, porque es en sí mismo. Se encuentra en la contemplación de todo aquello que nos rodea. Lo reconocemos porque viene del corazón y nos infecta con su descubrimiento, nos afecta y su exploración nos envuelve. Nos conmueve en lo primario de nuestro ser.
Estamos enfermos de originalidad y olvidamos el origen. Se necesita volver al primer principio del arte, a las emociones, a la espiritualidad, al instinto desgarrado, a los sentimientos, a la expresión pura de las emociones.
Y es por el amor al arte que tenemos que volver al comienzo, sentirlo, vivirlo, experimentarlo con todos nuestros sentidos, arrancándolo del vacío del que lo hemos cargado al privarlo de ser orgánico. Regresarlo a las profundidades de la cueva de nuestro propio interior.
¡Sorprendamos a la gente!. Levantemos sobre las ruinas santuarios a Venus, sacralizemos los espacios para exhibir la belleza, donde el alma y el espíritu hagan momentos irrepetibles, singulares, mágicos.
White Spider es el animal que desentraña de la cueva del artista su alegría, tristeza, miedos, pasiones, sueños y pesadillas, para destilar su esencia, desmembrarlo. Lo abre en canal para llegar a lo más profundo de los sentimientos y mostrarlos al público. Hace con ello lo que quiere que vean, cambiando su significado para crear nuevas emociones. Arranca de raíz los sentimientos crudos, para con ello crear los hilos mas finos e hilarlos de esquina a esquina en los santuarios para llenarlos de belleza.
Y así entrar en comunión con su espíritu, al hilar y cargarla de su visión. Exhibir el hilo fino que se extrae de la cueva del artista, y vincularla en armonía junto al lugar para vestirlo, encantarlo. Hacer del montaje el esqueleto que sostiene las piezas. Y tejer la telaraña entre las obras, la luz y la sombra, para envolver a la gente en la red.
Exposición Individual de César Carrión
Producción y Curaduría de Karen Huber
Este hombre cerraba los ojos mientras los abría, y veía ante él el espacio infinito. Soñaba, como sueñan todos los hombres, pero aún con montes y valles sus espacios son vacíos. Flotaba desnudo recorriendo las irregulares tierras y respirando los rumores suaves del viento, donde sólo él es uno.
Confundido avanzaba. Y afuera, más allá, estaba el espacio de lo vencido, la simetría de las líneas rectas, imaginarias edificaciones bajas con fuertes taludes, ángulos y perspectivas, fantasmas que habitan nuestros deseos. Y ahí, el incesante cuestionamiento, una ráfaga envuelve su pensamiento, un silencio. Este hombre se desprende de todo lo que lo cubre . -No hay Nada-, descubre.
Despierta recostado sobre el polvo gris del concreto en una construcción indefinida, rodeado por laberintos de andamios que luchan por alcanzar rascacielos. Se incorpora y sobre su espalda vierte los trazos de los espacio soñados, sus monte y valles ahora no están vacíos, los cubre con edificios, arcos y pilares. Está ante la posibilidad del Todo, lo sabe.
César Carrión - arquitecto y artista comprometido en plasmar la esencia y la percepción de la belleza. Las ocho obras presentadas en Andamios Internos, nos lleva a descubrir un mundo que ha creado de introspección y construcción interna.
Texto por Karen Huber y Francisco González